Así como mi casa de a poco se va llenando de cosas para el casamiento, también mi cabeza. Ayer lo escuché a Dani decir que falta un mes y algo y la adrenalina me corrió por el cuerpo. En estos días entregamos casi todas las invitaciones, faltan algunas pocas. La gran mayoría de los comentarios por suerte son de felicidad y positivos. Muchos nos dicen que les parece genial la colecta de alimentos y eso me llena de alegría.
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Mis amigas ya están comenzando a ver qué se van a poner y me gusta ir mirando con ellas. Yo hice lo propio, fui a ver a la modista. Es la mamá de una amiga mía de hace muchos años. Trabaja con clientas particulares y también confecciona para casas de Once. Si bien todavía no vi mi vestido, he visto otros trabajos suyos y cómo trabajó cuando nos vimos y confío mucho.
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Cambié de maquilladora y tuve la difícil tarea de decírselo a la primera chica, que es una ex compañera mía del terciario. Me sentí mal, como si echara a alguien de su trabajo. Pero sostengo mi decisión.
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Según qué tema estemos viendo en la semana, ese tema se traslada a mis pesadillas. Igual siempre tratan de lo mismo: no estar listo a tiempo.
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Como sea, sobre todas las cosas estoy muy entretenida con la organización del casamiento (después me voy a tener que buscar algo nuevo para hacer!) y ya estamos en la etapa en la que siempre hay algo para hacer.
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