Yo no la pedí. 2 grupos compuestos por 3 amigas cada uno se ofrecieron a organizarla. Opté por hacer la gran Rey Salomón: les dije que eligieran una de cada grupo para ser organizadoras. Armé el grupo de WhatsApp, me fui y no pregunté más nada. En defensa de mis amigas debo decir que bastante se mordieron la lengua antes de soltar chisme.
Un día estaba yo en casa, ahí, matecito, home office y me contactaron 3 personas al hilo:
-Amiga organizadora n°1 para decirme que a todos sus planes le ponían peros y que lo mejor que pudo organizar fue una despedida vespertina con todas y luego con algunas bar o boliche.
-Amiga organizadora n°2 para decirme que amiga n°1 era muy difícil y que la estaba dejando hacer lo que quiera.
-Mi hermana, para decirme que se estaban agarrando de las mechas en el grupo y que se iba a poner la 10 y tomar la posta como organizadora y preguntarme qué quería yo. De las 20 invitadas iniciales, a esa altura quedaban 12, de las cuales la mayoría rajaba después de la cena.
Finalmente llegó el día. Cuando entré al lugar estaban mi hermana y mis 8 amigas más cercanas. Entre todas organizaron la cena, todas vinieron conmigo a bailar. Mi madre me hizo el disfraz con amor de madre. La pasé bárbaro. Al otro día recibí algunos mensajes con pedidos de disculpas por no haber ido pero yo estaba tan fisura y tan en otra con mi familia, que no le respondí a nadie. Hakuna Matata y a otra cosa.
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