Nos veamo’ y nos casemo’ (2/2)

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PARTE 2: CEREMONIA Y FIESTA

Apenas un pelo mío asomó del auto, mi papá se convirtió en un mar de lágrimas. Lloró tanto que no quise llorar para no contagiarlo más. Así que le dije que respire hondo, lo tomé del brazo e hice todo el camino puchereando ( me pregunto cómo habrán salido esas fotos). Acá me veo un poco en la necesidad de explicar el protocolo: normalmente se hace la guardia de honor solamente a la salida, ya que está dedicada al novio por pertenecer al cuerpo de Bomberos. Éste a su vez saluda a quien haya dado las órdenes. En este caso, al ser mi papá Ayudante Principal, también correspondía hacerle los honores a él. Un poco antes de terminar de recorrer el pasillo, nos detuvimos, Dani se acercó, también le hizo la venia a mi papá y él le respondió. A la salida, lo que ya conté.

Para entrar elegí la canción Can’t Help Falling in Love, en la versión de The Brooklyn Duo. Me parecía como que había poca gente, y quería mirar a todos y cómo había quedado el lugar, pero recordé la sugerencia del fotógrafo, así que me dediqué a mirarlo a Dani mientras caminaba, y cada tanto a mi papá que seguía muy conmocionado. Estaba feliz, nerviosa, ansiosa y feliz de nuevo. Tremendamente emocionada, trataba de retener cada instante.

La ceremonia duró unos 20 minutos. Tuvimos la parte legal, haciendo mención al código ¿Civil? (Creo que es ese). También pasaron las testigos a firmar el libro y hubo lectura del acta. Cuando contratamos a la empresa que la llevó a cabo, nos hicieron llenar por separado unos cuestionarios sobre nosotros y nuestra historia. Con esa información pudieron hacer varias referencias a nosotros, nuestro primer beso, etc, cosas que nos sacaron una sonrisa. También contó algunas historias tipo fábula, nos gustó mucho todo lo que dijo aunque debo decir que por momentos me costaba concentrarme y escuchar. Nos hicieron la pregunta de rigor para dar el «Sí, acepto». Y aunque legalmente ya estábamos casados, fue como si lo estuviésemos diciendo por primera vez. Después vino la parte de los anillos. Para este momento elegimos Photograph, también en la versión de Brooklyn Duo. Habíamos pedido una ceremonia sin participaciones ni palabras de nadie pero nos agarró de sorpresa pidiendo que nos digamos unas palabras entre nosotros, sin micrófono. Y ahí el muchacho finalmente largó las lágrimas. Saqué el pañuelo que había guardado en el bolsillo del vestido, que originalmente era para mí, y se lo di. Quedé como que estaba re preparada para la situación jajaja.

En general toda la ceremonia fue formal pero también genuina. Nos abrazábamos, nos reíamos cuando así nos salió hacerlo. Para la salida elegimos All You Need is Love, versión de Glee (nunca un tema original jaja). También tuvimos como banda de sonido el toque de sirena.

De ahí nos fuimos a hacer fotos. Prácticamente todo el horario se armó en base a la puesta de sol porque yo quería hacer fotos en lo que se llama la Golden Hour.

Volvimos a la quinta, hicimos fotos familiares y nos sumamos a la recepción saludando a los invitados y charlando con ellos. Entramos caminando nomás, no quisimos hacer entrada especial ni allí ni tampoco al salón.

Otra cosa que elegimos al detalle fue la música: para la recepción había temas de la infancia y la adolescencia (Bandana, Floricienta, The Rasmus) y para la cena música contempóranea pero elegida por nosotros, tema por tema.

Ahí me enteré de que por qué me parecía que éramos pocos en la ceremonia: por el choque de la moto, la mitad de mi familia (la mitad con la que más me junto encima) se perdió la ceremonia. Mi abuela se quería matar. La vio al otro día en video y me mandó un audio muy sentido, que escuché en el aeropuerto.

A partir de acá empezó a pasar todo más rápido y más relajado. No comí nada pero estaba inapetente y totalmente exaltada, por momentos no recordaba a quién había saludado recién. La ceremonia la hicimos nosotros, pero la fiesta la hacen los invitados. Se bailaron todo, se comieron todo (se morfaron la comida de nuestra recepción y la que sobró de la fiesta anterior en menos tiempo del estipulado y tuvimos que adelantar el timing). El juego salió genial. Lancé el ramo y la ganadora se llevó además una botella de Campari. Whisky para los hombres. No hubo vals, bailamos un lento de los ’80. El vestido fue tipo Transformer: después de la ceremonia le quitamos la capa y juntamos la cola, y más tarde el ruedo para usarlo con zapatillas.

No me quedaron ganas de volver a casarme porque sé que no podría replicar esa noche y esas emociones. Qué importante es estar presente tanto en cuerpo como en espíritu, porque esas cosas son únicas e irrepetibles, literalmente. ¡Y que vivan los novios, che!

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