Mi trabajo son 2 letras

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QA. ¿Y eso con qué se come?

Antes y después de volar, señora, yo me he sentado día tras día frente a una notebook con un rodete y el mate a marcarle a mi pobre compañero, «el desa», todo aquello que hizo mal. ¿Y pagan por eso? Increíblemente, sí.

Todo empezó cuando estaba cursando el primer año de ingeniería en informática y se me ocurrió que quería plata, entonces me puse a buscar trabajo. Así fue como di con un aviso de una consultora que buscaba estudiantes de ingeniería para capacitarlos y darles su primera oportunidad laboral. Es decir, lo que hoy son los famosos bootcamps de las empresas tecnológicas. No sé cómo será ahora, pero en aquel momento todo empezaba con una entrevista grupal. En esa entrevista nos presentaron la cartera de cursos disponibles.

¡Momento! Quiero contar algo. Yo sé que ahora, en 2025, se aboga mucho por la diversidad de perfiles en Sistemas pero en 2010 la población estaba compuesta más o menos así: 50% gordos metaleros, 30% nerds de larga data, 15% fanáticos de Steve Jobs, 5% disidencias y paracaidistas. En este último porcentaje estaba yo, que nunca fui una «ñoña de las compus». Así que cuando me hablaron de que los cursos disponibles eran Cobol, Java, Testing y no sé qué más, para mí esas palabras no significaban nada. Mi análisis fue el siguiente: mis papás van a tener que pagarme el viaje de ida y vuelta, y posiblemente el almuerzo, durante todo lo que dure el curso más el primer mes de trabajo hasta que cobre el primer sueldo. ¿Cuál es el curso más corto? Testing, 2 semanas. Vamos con ese.

Y ese fue el aleteo de la mariposa.

Eventualmente dejé la carrera de ingeniería pero seguí trabajando como tester/QA (Quality Analyst o Assurance) y capacitándome en el área. Este trabajo me paseó por industrias de todo tipo: probé software para visitadores médicos, cruceros, cámaras de seguridad, publicaciones de Derecho, gráficos de acciones en la bolsa de valores que jamás pude entender, proyectos de investigación, GPS, cultivos, gastos corporativos, reservas de hoteles, etc.

Me resulta muy loco pensar cómo una decisión tomada en base al precio del boleto de tren terminó afectando más de 10 años de mi vida. Por suerte, salió muy bien.

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