No es fácil vivir en mi cabeza:
las palabras se cruzan, pierden certeza,
mil preocupaciones chocan, revientan,
docenas de pensamientos flotan y no se asientan.
A mil quinientos metros por segundo,
es tan cansador este ruido profundo,
una banda sonora que nunca deseo,
un eco constante del que no me despego.
Pero cuando bailo, todo eso se calma,
se siente la alegría ahí en el centro del alma.
Fluyo en la música, soy sólo movimiento,
feliz en el cuerpo, libre en el momento.
Y en medio del ruido, del mundo tan denso,
encuentro en la danza mi único silencio.
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