Oportuncrisis

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29 enero, 2021

Subo al avión y escucho que dos azafatas cuchichean:

– Mirá qué lindo pelo.

-Ay, sí.

-Yo aproveché en las vacaciones, cuando me fui a España, me lo hice de ese color. Después volví y ahora lo tengo así, color remolacha.

Encuentro mi asiento y allí me quedo durante todo el vuelo. Estamos en pandemia, de pedo habilitaron los vuelos para turismo hace un par de meses. No hay servicio a bordo, mucho menos me van a dejar pasar a conocer el galley. Es lo que hay, «nueva normalidad» se llama.

Cuando bajé, me dijo rapidísimo «Qué lindo pelo que tenés». Tengo el pelo rosa y eso está directamente relacionado con el hecho de que mi sueño es volar.

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En Marzo 2020 A.C. (Antes de la Cuarentena) Flybondi me mandó un mail convocándome a un proceso de selección. Completé los test y me fui de vacaciones; vacaciones que tuve que concluir anticipadamente en lo que fue, hasta el momento, el día más peliculesco de mi vida, cuando boludeando en una feria escuché por mera casualidad (o quizá gracias a la protección divina) en la radio AM de un puestero al Ministro de Transporte avisando que en un par de días se iban a suspender los vuelos de cabotaje. Luego de eso, y sin relación alguna con mis vacaciones por supuesto, pasó lo de la cuarentena y jasdhfjiashdfjhasoidgajs. Entiéndase «jasdhfjiashdfjhasoidgajs» como una representación del sopapo pandenmundial que significó el 2020 en general. Hablando de la aviación comercial argentina en particular, resultó ser que yo tomé lo que fue uno de los últimos vuelos de Latam. Las empresas restantes, que estuvieron meses sin operar, redujeron los sueldos de sus empleados. De Flybondi, ni noticias. Obvio, ninguna aerolínea estaba en condiciones ni necesidad de contratar gente.

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Hacía mucho tiempo que quería teñirme el pelo de un color fantasía. No lo hacía porque, en mi optimismo, yo pensaba «Mirá si justo me convocan para una entrevista y yo con el pelo turquesa». Así que cuando me di cuenta de que en el 2020 tenía cero chances de tener alguna, pensé que era un momento ideal para hacerlo. Acá ando, cancherísima con mi pelo rosa.

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A la azafata del comienzo me la volví a cruzar adentro del aeropuerto a la salida del vuelo y a toda velocidad mantuvimos la siguiente charla:

– ¿Vos sos la que me dijo que le gustaba mi pelo?.

-Sí.

-Sabés que me lo hice de este color porque no consigo laburo de azafata, jaja.

-¿En serio? Y yo lo uso así porque por el uniforme no puedo de otro color.

-Lo sé, te lo decía para que lo tengamos como consuelo ambas.

-Suerte.

-Gracias.

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